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¿Se puede tratar la visión en mayores de 50?

La degeneración macular que afecta a la retina producto del envejecimiento, se manifiesta como una enfermedad progresiva y degenerativa, que puede incluso causar la pérdida total de la visión. Como hemos estudiado en artículos anteriores, la DMAE se presenta de dos formas: la seca y la húmeda, la primera es mucho más lenta en su progresión, mientras que la segunda puede actuar de manera más agresiva deteriorando de manera rápida la visión de la persona que la padece. Es por eso que es necesario, que las personas mayores de 50 años, puedan generar una conciencia de chequeo ocular perídicto con el doctor especialista, para detectarla de manera precoz si se llega a diagnosticar en una persona.  

¿Qué tipo de personas tienen más riesgo a padecer DMAE?

Como lo hemos mencionado antes, el deterioro macular que ocurre debido a la edad, afecta la población de personas mayores de 50 años, aumentando el riesgo significativamente a partir de los 65 años de edad. Si bien, esta enfermedad se presenta de manera más frecuente en individuos de raza blanca, debido que existe una predisposición genética, existen factores externos que aumentan considerablemente el riesgo de padecer DMAE, tales como:

  • Fumar de manera frecuente.
  • Personas con obesidad o que consumen una dieta alta en grasas, aceleran el proceso de degeneración macular y, por lo tanto, pierden la agudeza visual.
  • Hipertensión arterial o enfermedades cardiovasculares. 
  • Radiación solar. 

¿Hay tratamientos que pueden curar las DMAE?

Lamentablemente, en el caso de la DMAE seca, no existen tratamientos que puedan curarla. Sin embargo, la detección temprana de una posible afección es vital para enlentecer su progresión y así evitar que avance a estadios intermedios-avanzados. Los especialistas indican que los aportes vitamínicos, como antioxidantes o luteína, cumplen una función importante para ralentizar su progreso. 

En el caso de la DMAE húmeda, es distinto ya que desde hace pocos años, existen medicamentos tales como bevacizumab, ranibizumab o aflibercept, que ayudan a frenar la evolución de la enfermedad. Estos son administrados en forma de inyecciones intraoculares periódicas hasta que se inactiva la lesión, deteniendo la pérdida de visión e incluso mejorando en algunos casos. Sin embargo, para que el tratamiento sea eficaz es importante diagnosticarla de manera precoz, ya que así la lesión es menor y presenta menos tiempo de evolución.